Fluidr
about   tools   help   Y   Q   a         b   n   l
User / SINDO MOSTEIRO / Sets / Francisco Leiro
Sindo Mosteiro / 4 items

  • DESCRIPTION
  • COMMENT
  • MAP
  • O
  • L
  • M

Tocar esas figuras de Leiro, seguir con la mirada, y con los dedos las sinuosidades de la madera, percibir su resistencia y su dureza, era aproximarse simultáneamente a dos cosas que parecen siempre ajemas entre sí, la naturaleza y las invenciones del arte, la sugestión primitiva y sagrada de la materia y las sutilezas simbólicas de la representación.

Antonio Muñoz Molina, El País, 15/XI/1995.

MÚSICA: The Barr Brothers ft Lucius - Defibrillation
youtu.be/M2ekKCUKTKU

  • DESCRIPTION
  • COMMENT
  • MAP
  • O
  • L
  • M

Francisco Leiro (Cambados, 1957) tiene las manos tamaño yunque. Unas manazas generosas en surcos donde podrían germinar tulipanes. Los dedos del diámetro de un calcañar adolescente. Y en el rostro, un gesto de ave de cetrería. Es un artista que despierta un alto grado de curiosidad. Hay en él algo de infranqueable. Ha hecho de la madera su territorio de acción y el cuerpo de su escultura. Está con los ojos puestos a medio camino entre lo real y una imaginación donde censa figuras zoomórficas que no atienden a más razón que el delirio y la extrañeza (...). Desde que a finales de los años 70 Leiro escogió la figuración como punto de llegada y de salida de su escultura, la realidad está y desaparece de sus trabajos. Según el momento. Según la búsqueda que lleve entre manos. «Mi obra se compone de distintas familias de esculturas(...)». Esas familias de Leiro salen del centro de sus obsesiones, de cuando las ideas dan vueltas en círculo por el cielo del cráneo como esperando la hora de nuestro cadáver. De ahí salen estas piezas. De ahí también. Como del hallazgo fortuito de las formas, del accidente inesperado, de la necesidad de explicarse la vida a hachazos, que a veces trae vértigo y sorpresa.
Leiro vive rodeado de la recia mitología de su obra, ese bosque inventado, esas vegetaciones compulsivas. Sueña criaturas que vienen de algún lugar remoto generado bajo su occipital. A sus piezas les asesta esa sabiduría que se mantiene escondida en la mano de algunos hombres. Su obra es creación bruta y brutal. Algo muy sofisticado. Algo muy remoto. Auténtico por inexplicable. «Para mí fue esencial marchar en los años 80 a Nueva York e instalarme allí. Descubrí otro mundo para la vida y para el arte, donde había sitio para todo y para todos(...)». «Al final mi idea del arte es contar cosas a partir de una imagen. Eso es en lo que llevo insistiendo toda la vida». Él sólo cree en la realidad natural de la materia. Lo demás le suena a filosofía.

Antonio Lucas, El Mundo, 22/02/2018.

MÚSICA: Oskar Schuster - Eleonora
youtu.be/snkHzTOtEYY

  • DESCRIPTION
  • COMMENT
  • MAP
  • O
  • L
  • M

El escultor Leiro tiene el oído hecho a percibir la voz que emerge de cada tronco de pino, de álamo o roble. Desde el fondo de la madera tal vez le llama un penitente que pugna por salir, una plañidera que llora, un esclavo arrodillado que lucha por levantarse, una mujer abrazada a su amante, un chupacabras, una ninfa, un endemoniado, un figurante de la santa compaña que arrastra unas cadenas, cualquier alma en pena. El escultor se dispone a liberarlos con el hacha o la motosierra, que son los instrumentos con los que esculpe a los fantasmas, quienes solo tomarán forma esquivando los tajos violentos que el leñador Leiro imparte para encontrarlos. Parecen rudas, descomunales y contorsionistas sus criaturas soñadas, pero una vez rescatadas del tronco del árbol y puestas en pie en el taller, el artista les extrae su alma arbórea, las cubre de colores vivos e airados y les trasfiere una figura humana.

Un día el escultor oyó que desde el interior de la madera también le llamaba un Cristo Crucificado. No lo podía creer. Era el propio Hijo de Dios quien tenía el capricho de convertirse en arte. Pese a que el artista es un agnóstico adscrito a un ruralismo pagano, creyente tan solo en las fuerzas del humus, del limo y de la savia, del viento y la lluvia, no dudó en acudir en su ayuda. A golpes de hacha, como los lanzazos de aquel centurión, talló el tronco y en su interior apareció el Nazareno en la Cruz bajo toda la verdad del roble.
(...)
Algunas esculturas ciclópeas de Leiro presiden los vestíbulos de las instituciones, se suman a colecciones privadas o están a merced de la emoción de los espectadores en los museos, pero aquel Cristo Crucificado cuya imagen fue esculpida patéticamente a hachazos huyó un día del circuito estético y hoy atiende desde la cruz las plegarias de sus fieles mexicanos en una iglesia de Monterrey. El escultor, como un druida celta, le confirió un extraño poder al liberarla del tronco del árbol. Rodeado de lámparas votivas el Cristo de Leiro ha comenzado a hacer milagros. Ha sanado enfermos. Se cuenta que ha curado a varios endemoniados y otros casos de rabia.

Manuel Vicent, El País, 21/II/2016

MÚSICA: SARAH MCLACHLAN - Dear God
youtu.be/FrueVp_kuZ8

  • DESCRIPTION
  • COMMENT
  • MAP
  • O
  • L
  • M

Francisco Leiro exhibe también una condición como hombre misterioso del bosque a la sombra de los rascacielos de Nueva York donde ha trabajado durante más de diez años. Es sabido que el aire poderoso de esta ciudad acaba por modelar el rostro, los ademanes, la forma de pensar y de estar en el mundo de la gente que la habita. No en su caso. Este artista ha pasado por ese bosque con el mismo carácter galaico sin que los sueños de su niñez se hayan visto alterados un ápice por la sustancia neoyorquina. Su personalidad puede desafiar cualquier influencia que no provenga del fondo de la tierra de sus antepasados.

Hay que imaginarlo entre Brooklyn y Manhattan con la cabeza llena de fantasmas de madera atravesando las avenidas de Nueva York como un leñador rudo y a la vez esteta refinado, el hacha al hombro, camino de la galería Marlborough sin que las luces de Broadway vertidas sobre su cabeza lleguen nunca a deslumbrarlo, como ha sucedido con otros artistas más maleables. Leiro en Madrid no deja nunca de ser de Cambados y en Cambados no deja nunca de ser de Nueva York y en Nueva York no deja nunca de ser de Madrid, sin importarle nunca el lugar donde habite siempre que le permitan esculpir gigantes, sombras, seres poseídos por la bestialidad de la naturaleza, asomados al vacío del aire, mediante un expresionismo que en este gallego emana poder, voluntad, pulsión vital de una musculatura a punto de estallar.

Manuel Vicent, El País, 21/II/2016

MÚSICA: The Barr Brothers - Song That I Heard
youtu.be/KUmg0JkoAoY


100%