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User / SINDO MOSTEIRO / Sets / O vello Cambados: edificios relixiosos
Sindo Mosteiro / 416 items

N 11 B 926 C 0 E Aug 1, 1989 F Aug 23, 2014
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Fotografía tomada coa vella Zenit-122 en xullo de 1989.

A SANTA MARIÑA

Nosa Patrona
Santa Mariña,
Eres galega
¡Dios che bendiga!
Ti que por Él
Dechel-a vida,
Eiquí viñeche
Pra ser naiciña,
D-istes teus fillos
Que che ademiran,
Que ben che queren,
Que che suprican.
Cando na i-alma
Sinten feridas,
Non-os esquenzas,
Por iles mira,
Dalles venturas
Cantas che pidan,
Dalles anadas
Cheas, compridas,
Moita salú,
Paz e alegría.
E cando morran
Santa bendita!
Lévaos contigo
Para aló enriba.

Adolfo Caamaño Silva, Cambados, 1943.

MÚSICA: Arcade Fire - Photograph
youtu.be/knTY2hpHwEY

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Por cima dos agros,
do monte no medio,
levántase aínda
hidrópico e negro,
cal xigante hipopótamo morto,
de vermes cuberto,
rodeado de tréboas e gramas,
o lombo deforme do vello mosteiro.

Das torres as rexas
agullas de ferro
queixarse parecen
da marcha dos tempos:
e decote paradas e inmobres,
semellan os dedos
dunha mau de Titán que anda en busca
do raio que tarda das iras do ceo.

Dende a alta campana
cai inda en anelos
a forte cadea
con triste bambeo.
Cando á posta do sol, das montanas
azóutana os ventos,
unha serpe arromeda encantada
que garda as ruínas fungando e tecendo.
(...)

Nos meus solitarios
nouturnos paseos,
sucédeme ás veces
chegar ó mosteiro;
e caretas facéndome estonces
da lúa ó refrexo,
unha negra visión, de entre as ruínas,
"¡Que tempos!" me dice, i eu digo: "¡Que tempos!"

Manuel Curros Enríquez, Aires da miña terra, 1880.

MÚSICA: Heinrich Schütz - Christmas oratorio: intermedium II: Angels chrous
youtu.be/iZvtGRgTouw

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CIMENTERIO DE CIDÁ

A soberbia dos poderosos chega até os cimenterios
e trócase en mármores corintios
i en bronces propietarios.
Compre chantar no mundo ista pancarta:
Hai mortos de primeira e de segunda,
e mortos que non teñen onde cairse mortos.
Oesquelete dun rico
val por tres esqueletes
dises homes sinxelos que cobran os sábados
un xornal resuado de sonos i esperanzas.
Os mortos poderosos
chegan ao cimenterio con boleto de palco
e métense nunha furna de mármol separatista,
pensando que as trompetas do xuicio final
tocarán pra iles en escrusiva
unha fermosa diana froleada.
Un día despoxarémolos disa terra ofensiva
e faremos unha soia tumba igualitaria.
Deitaremos no mar os mármoles noxentos
e os bronces orgullosos fundirémolos no lume.
Aos herdeiros dos soberbios mandarémoslle os ósos
dos seus devanceiros pra que os coticen na Bolsa
cos nitratos, cos ferros, co carbón e o cobre,
i esí poidan vivir, coma sempre, de rendas.

Celso Emilio Ferreiro, Longa noite de pedra, 1962.

MÚSICA: Giovanni Sollima - Hell I
www.youtube.com/watch?v=ZuAA8QvQ_bs&feature=colike

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Yo había decidido escribir estos artículos sobre Cambados –tres, como las tres hojas de un trébol-, querido Caamaño Bournacell, a la temblorosa y viva luz de una primavera cualquiera, o cuando, finándose el alegre tiempo del verano, comienza a envolver el mundo con su cristal de oro en el sereno otoño. Pero he venido a escribirlos en plena invernía, golpeando un duro suroeste preñado de agua el oscuro rostro de mi tierra luguesa. Este antojo, me digo, de escribirlos hoy, con desasosegada urgencia, ¿será porque cuando yo ensueño y añoro Cambados, ensueño y añoro mayos y septiembres? Quizás sea así, quizás diciendo simplemente: Cambados, yo me evada de este hondo pozo de la fría lluvia, donde el viento vendaval muge como una vaca hacia una estancia de claridades llena, blanquirrosa como las tres sílabas de su nombre: Cambados. Cambados dividido por gala en tres como las tres partes de un concierto, de un concierto romántico e italiano, entre Vivaldi y Tosselli. Pero, ¿y los tempi? Pondríamos a Fefiñáns allegro, ma non troppo: el aire para que su vizconde don Fernando de Valladares haga, en un caballo de bonanza, bajo el fuego luterano “les flamands, gent mutine et têtue”, que dijo el señor Olivier de la Marca-, el pasaje de la Rivera Mossa: son aquellas de los Países Bajos y las kermesses heroicas, guerras melancólicas.
Pero, ¿si la imaginación nos pone a don Fernando en Italia, mi ventura, en Chieri y en Pinerola, dando vista a Turín, y viendo irse el Po, plomizo y manso, donde son las blancas torres y el ancho puente de Moncale? Entonces será de Fefiñáns el tempo vivace, vivaz como un azul de la pintura toscana, que las guerras de Italia parecen siempre abril y al alegre galopar suelen las lanzas enristrar las rosas.
¿Y Cambados? Si me dejo llevar por lo que el Dante apelaba “el dulce tremolar de la marina”, un clarísimo allegretto dará el tiempo, pero, si como fue mi vagar, las horas de la tarde se me mueren en las ruinas de Santa Mariña, entonces habré de dejar a Vivaldi y Tosselli por una antigua coral románica, como una larga y lenta brisa gregoriana: anochecía sobre un grave silencio, y la luna creciente rompía sobre los hermosísimos arcos, tal los de un puente celestial para una peregrinación de arcángeles, y bajo ellos el Camposanto como un río, el oscuro y salobre río de la tierra maternal y eterna...
¿Y San Tomé do Mar? Allá va el Umia llevando al mar la tierra del Salnés: a las páginas de don Ramón María del Valle-Inclán habrá que ir a buscar el rostro profundamente significativo de esta tierra: “El río, paternal y augusto como una divinidad antigua, se derrama en holganza, esmaltando el fondo de los prados”. Sí, al río Umia le pediremos el tempo de San Tomé do Mar, ¿o también a unas ruinas, a las de la torre de San Saturnino, quizás, que enseñó geometría a esta dulce ensenada cambadesa, como en otra punta, el pinar de Tragobe fungador, le enseña versos de Cabanillas? O quizás a ese palacio de las damas del tiempo pasado donde dicen que aquella infanta de Hungría, melancólica como el tokay y los violines, soñó amores, y doña Juana de Castro, la señora reina, vertió el cálido y amargo licor de sus lágrimas: “cuello de garza” sería, como su hermana doña Inés, que reinó después de morir, y la clara mañana de sus ojos parece que aún se mece en esos finos y húmedos azules que por veces se vierten, como un velo celeste, sobre la ría de Arousa... Sí, a ese palacio y al río, que aún ahora me parece llevar el cuerpo de Eulalia: “la luna marcaba un camino de luz sobre las aguas, y la cabellera de Eulalia, deshecha ya, apareció dos veces flotando”. (En este cuento de Valle-Inclán, Jacobo es como un Hamlet amatorio, y Eulalia una Eloísa apasionada y moribunda.)
Vamos, pues, al “concierto”. Es decir, vamos a visitar, con pausa y nostalgia, el dulce Cambados. Yo quería haber escrito estos artículos en primavera, o en los primeros días setembrinos, cuando Cambados es como una fina copa de tallado cristal que lentamente se va llenando de oro de las tardes, talmente como de un albariño fresco y acariciador.


Álvaro Cunqueiro, Faro de Vigo, 29 de noviembre de 1952.

MÚSICA: Nocturno 2 en Mi bemol Op. 9-2 de F. Chopin
www.goear.com/listen/3b73041/nocturno-2-en-mi-bemol-op-9-...

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(...)
Ya en el paraje agreste y escondido
que tanto hemos amado, ya en el bello
lugar en donde con afán las almas
buscaban un refugio, y en alegres
bandadas, al llegar la primavera,
en unión de los pájaros, las gentes,
de aire, de flores y de luz ansiosas,
iban a respirar vida y perfumes,
de sus galas más ricas despojado
hoy se levanta el monasterio antiguo
como triste esqueleto. Aquel tan grato
silencio misterioso que envolvía
los agrietados muros, a regiones
más dichosas quizás huyó ligero
en busca de un asilo. Las campanas
de eco vibrante y musical resuenan
de una manera sorda en el vacío
que sin piedad a su alrededor hicieron
manos extrañas, y el rumor monótono
de la fuente en el claustro solitario
parece sollozar por los jazmines,
que, cual la nieve blancos, las cornisas
musgosas adornaban, y parece
triste llamar por la aldeana hermosa
que lavaba sus lienzos en el agua
siempre brillante del pilón de piedra
que el roce de sus manos ha gastado
y hoy buscan de otra fuente la frescura.
(...)

Rosalía de Castro, En las orillas del Sar, 1884.

MÚSICA: Filipe de Magalhães: Missa O Soberana Luz - Kyrie
youtu.be/XgRNaJ9ml6U


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