Esperaba con su pequeña alpaca cogida con un lazo. Apenas sabía hablar. Pero tenía clara cual era su taréa. Debía ayudar a la familia con esa moneda que algunos turistas le regalaban tras hacer una foto de esa estampa tan "tipica" del valle del Colca.
Su cara asustada es un reflejo de la de millones de Quechuas del Perú, que siguen recelando de los rostros blancos que identifican con el poder que les ha condenado a la marginación, el olvido y la pobreza extrema durante más de 5 siglos.
en grande sobre fondo negro
dleiva.com/ 