Mientras los jueces españoles de turno andan reclamando "justicia internacional" para dictadorzuelos caídos en desgracia de alguna república bananera, nuestro genocidio particular, el de los diez primeros años del franquismo, en el que se asesinó masivamente a cientos de miles de personas por el simple hecho de profesar una ideología diferente a la del régimen, sigue pendiente de juicio, nacional o internacional.
La tímida recuperación de la "memoria histórica" aprobada por el parlamento ni siquiera ha servido para que los obispos retiren de las paredes de sus iglesias y catedrales símbolos tan elocuentes de su complicidad con aquella barbarie, como esta cruz en honor del prócer del fascismo español que sigue ahí, aunque maltrecha, en las paredes de la catedral de Cuenca.
Mi colección de Cuenca/ My Cuenca's collection
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