Si en la primera foto que he subido del cuervo (Corvus corax) el cielo estaba completamente nublado, y en la segunda se entreveraba algún rayo, no puedo por menos de subir una tercera en la que el sol incide de plano en el plumaje duro que tienen estos correosos paseriformes. Por supuesto no son las mejores condiciones para sacar detalles, pero a veces la imagen acaba pasando el filtro, y la pose y aproximación de esta fotografía permite apreciar su potencia, al menos. En esta imagen además se ve perfectamente algo que siempre me ha llamado la atención, y me refiero a las aparentemente cortas patas que presenta la especie en relación al corpachón que tiene, así como las fuertes uñas ganchudas de las que ya he hablado en otra foto.
Pero los cuervos son mucho más que su aspecto exterior. Se trata de un ave que se empareja de por vida, muy inteligente y habilidoso a la hora de resolver problemas que el ser humano le plantee en laboratorio. Capaz de imitar los sonidos que escucha, puede en cautividad incluso construir palabras al igual que hacen loros y cotorras. Fruto de esa inteligencia, se interrelaciona con otras especies para obtener provecho o expulsarlas de la zona, observando y siguiendo por ejemplo a lobos y necrófagas en busca de carroñas, hostigando a grandes rapaces, robando la comida escondida por otros cuervos, etc. En definitiva, una especie extraordinaria que ha sufrido las supersticiones del ser humano en muchas épocas y en muchos lugares de su amplia aérea de distribución. Todo un portento de adaptación y flexibilidad ecológica.
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Mismo lugar, mismo día. Tan solo un par de horas después de la imagen de la pareja anterior las luces son completamente distintas, pues se filtran algunos rayos de sol entre las nubes y tiñen de tonos cálidos la ladera de enfrente y la propia atmósfera del lugar. Observo estas fotos y no puedo dejar de mirar esos picos ganchudos y fuertes, además de las uñas de sus dedos posteriores; casi, casi parecen los de una rapaz. Las plumas erizadas en la cabeza como a mí me gustan, y esos brillos metálicos que contrastan con el negro de su plumaje, irisados, reflejan tonos magentas y azules, a veces verdosos. Posa el cuervo carnicero (Corvus corax) para mí, en el cantil donde tantas veces lo hacen los buitres leonados y los quebrantahuesos. Imposible no prendarse de esta especie a la que siempre le veo las patas cortas para el volumen corporal que tiene. Pedazo bicho, el shérif del lugar.
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...de lo córvidos, el jefe de todos ellos es, desde luego, el de siempre conocido como cuervo carnicero (Corvus corax), y ahora como cuervo grande porque algunos gurús de las aves en España se empeñan en cambiar sus nombres sin necesidad, ni explicaciones, y sin que nadie se lo haya pedido. Siguiendo con esta familia (Corvidae) incluida en el orden de los Passeriformes, vemos ahora al shérif del lugar, al más grande de todos ellos. Allí donde ellos se enseñorean, los demás abren paso. El cuervo es el más grande de los córvidos -y obviamente de los paseriformes- y verlo de cerca nos hace darnos cuenta de su corpulencia y robustez. Parece un tanque, con un pico realmente fuerte y unas patas muy robustas con fuertes uñas. No serán fáciles de fotografiar sus detalles cuando el sol los viste de brillos, pero se volverán espectaculares en el momento en el que la luz suave de un cielo nublado envuelva su plumaje. Es entonces cuando nos damos cuenta de su verdadera belleza. Si además eriza las plumas de la cabeza, del cuello y de la garganta entonces se vuelven simplemente increíbles, muy especialmente cuando parlotean entre ellos con gorjeos cortos y bajos, como si realmente estuvieran hablando. A mí me tienen subyugado, con esas irisaciones magentosas y los detalles de sus plumas. Fijaros en la curvatura del pico, impresionante. Y en la longitud de las primarias y secundarias, como nos hacía ver el compañero Pedro en una de las fotos de las chovas.
Fotografía tomada en alguna de las sesiones del quebrantahuesos, en Torla, y ligeramente recortada para mejorar el encuadre. No me canso de mirarlos, ¡qué pasada de animal!
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Una imagen más de chova piquigulada (Pyrrohcoroax graculus) para no aburrir más de la cuenta, pero poniendo en valor a esta especie de córvido, tan hermoso a pesar de su homogéneo plumaje. Me llama la atención la longitud de su cola que parece aumentar al tener unas patas más bien cortas. A cualquiera persona que no sea habitual de la alta montaña le sorprenderán sus bandos, descarados, bulliciosos e inquietos; y llegará incluso a alucinar si coincide con alguna colonia de chovas que resida en la boca de alguna sima, en el suelo, algo que se da con cierta frecuencia. En esos casos podrá verlas lanzándose en picado aparentemente contra el suelo y desapareciendo en él como por arte de magia, como si fueran alcatraces lanzándose como flechas contra el mar. Observar algo así es realmente increíble, sin duda. Imposible no quedar enamorado de esta especie.
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Siguiendo con imágenes de esta ave tan especial voy a subir una fotografía meramente documental de un juvenil, lo que nos permitirá observar perfectamente el plumaje que los diferencia de los adultos. Como podemos observar tiene ya plumas del color negro definitivo, así como el pico ya amarillo y las patas rojas, pero aún mantiene gran parte del primer plumaje marrón típico de los pollos. De hecho en su tarso izquierdo aún se le aprecia ese tono parduzco que recuerda al de las patas de los juveniles de martín pescador. Son córvidos monógamos y la pareja se mantiene unida incluso fuera de la época de reproducción. Como comenté en otra imagen es una especie de la que se tiene constancia de reproducción a 6.500 m.s.m. en el Himalaya, y para ello tiene unas adaptaciones muuuuy especiales: la cáscara de sus huevos tiene menos poros para respirar que las de otras aves, evitando así la perdida de agua por evaporación, y además, la hemoglobina de sus embriones (y obviamente también la de los adultos que vivan a grandes altitudes) está genéticamente adaptada a la altitud para ser más eficiente en el transporte del oxígeno y del dióxido de carbono, compensando así esa disminución del número de poros en la cáscara de los huevos. Ahí es nada, menuda maravilla de la evolución.
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