Aunque la imagen tiene una calidad bastante inferior a la anterior, subo esta de otro acentor alpino (Prunella collaris sp.) por la particularidad de estar tomada a más de 5.100 m.s.m. en la región del Everest. Apreciaremos algunas diferencias con respecto del plumaje de la subespecie ibérica (sp. collaris), pero la escasa información que he conseguido sobre las subespecies que podemos encontrar en el Himalaya, no me permite saber con seguridad a cuál de ellas pertenece este ejemplar, puesto que varias habitan en sus altas cumbres, como la sp. nipalensis o la sp. whymperi, por ejemplo, siendo todas ellas muy similares a la subespecie nominal que podemos encontrar en España (Prunella collaris collaris). Esas diferencias de plumaje pudieran tener incluso una razón simplemente estacional. En la gran cordillera asiática se reproduce en altitudes verdaderamente elevadas, muy similares a la cota en la que se hizo esta foto, criando entre los 4.900 y los 5.000 m. Supongo que este dato será muy genérico, y habrá reproducciones por debajo y por encima de esas cotas, lógicamente. Sin embargo, llega a haber citas de algún avistamiento incluso a 7.900 metros, lo que representa una hazaña increíble para un pájaro de unos pocos gramos. Durante los inviernos lógicamente realiza desplazamientos altitudinales a cotas inferiores, que vienen a oscilar ente los 2.500 y los 3.800 m.
Al igual que sucede con nuestros acentores alpinos en algunos enclaves concretos -como las proximidades de refugios de montaña o ciertas cumbres muy ascendidas por montañeros- los ejemplares que observamos se mostraban relativamente confiados con los seres humanos, y algunos llegaban a picotear el suelo a unos escasos palmos de nosotros, lo que no nos sorprendía demasiado pues era una actitud que veíamos en otros animales también, como el perdigallo tibetano (Tetraogallus tibetanus), el pinzón montaño de brandt (Leucosicte brandti), el camachuelo estriado (Carpodacus rubicilloides), la chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus) o la pica del himalaya (Ochotona himalayana) -un pequeño roedor típico de grandes cordilleras-, entre otros. Llegamos a ver incluso a un juvenil de quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) posarse en el suelo a unas escasas docenas de metros de un grupo de albergues de montaña. La imagen tiene de fondo un glaciar bastante alejado, situado a bastantes metros por debajo de nuestra posición debido al retroceso glaciar; hubiera quedado realmente interesante si en la imagen se hubiera apreciado el hielo, describiendo la enorme capacidad de adaptación de estas aves a la altura y a los entornos alpinos.
Como curiosidad comentaré que durante el recorrido pude ver en dos ocasiones abubillas (Upupa epops), una de ellas en un valle a 4.600 m y la otra en otro distinto a 4.800 m. ¡increíble la adaptación de las especies!
Saludos.
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