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User / Jesús Nicolás Sánchez / Retrato de buitre negro
Jesús Nicolás Sánchez / 536 items
Continúo con otro retrato más. Este, un clásico donde los haya. Aunque no sea el retrato perfecto que yo buscaba, se le acerca bastante. Eso me pasa por intentar emular a la foto de un buen amigo en el que su buitre negro decidió regalarle con el erizado de algunas de sus plumas golares, como si del cuello de la capa de un vampiro se tratara, en una foto perfecta con un fondo de muerte.

La presencia del buitre negro (Aegypius monachus) es para mí una verdadera maravilla. Me resulta de una belleza increíble, en especial los ejemplares juveniles con el cabezón aún muy negro. Y eso se debe a que les otorgamos a los animales adjetivos humanos que no deberíamos. En este caso, cada vez que veo a uno de estos animales cerca me transpira por cada poro de su piel esa sensación de seriedad, de prestancia, de elegancia, esos aires de nobleza que desprende. Ese modo de moverse entre los demás comensales no hace sino aumentar esas sensaciones.

Este ejemplar es adulto, lo que se distingue por la cera azulada del pico (el juvenil la tiene rosada) y la cabeza mucho más grisácea. Estamos ante la rapaz de mayor envergadura de Europa -más incluso que la media del pigargo europeo, que ya es una bestia parda-, y una de las mayores del planeta. De hábitos forestales, es normal encontrarlos muy lejos de aquellas zonas donde tienes sus colonias de cría planeando en busca de carroñas. En las península Ibérica se encuentran las mejores poblaciones de esta rapaz en el mundo, cuya área de distribución se localiza tremendamente fragmentada por Asia y Europa. Como curiosidad que mucha gente desconoce, el buitre negro tiene poblaciones en el oriente asiático que migran durante el invierno.

Durante los años posteriores al desarrollo de la encefalopatía espongiforme, en Europa los buitres en general pasaron momentos muy difíciles dado que se generalizó la prohibición de arrojar las reses muertas en el campo, base de su alimentación en gran medida. Con los años y el problema de las vacas locas resuelto, y ante las insistentes reclamaciones desde los sectores ambientalistas, Europa comprendió que había llegado el momento de levantar un poco la mano y se reguló el abandono de cadáveres de ganado en el campo mediante sendos reglamentos del Parlamento Europeo y del Consejo (2009) y de la Comisión (2011). Al año siguiente (2012) se articuló en nuestro ordenamiento jurídico español ese nuevo marco legal europeo mediante un Real Decreto, lo que dejaba por fin en manos de las comunidades autónomas la aprobación de sus preceptivos reglamentos para que la regulación se pudiera aplicar en el campo, sobre el terreno. En Castilla y León en concreto, que es el caso que yo conozco de primera mano, se aprobó finalmente el decreto en 2013, pero sibilinamente no se hizo ninguna publicidad de ello entre los sindicatos y ganaderos de la región, dado que, durante la crisis de las vacas locas, la recogida del ganado muerto y su incineración se había convertido en un lucrativo negocio que bien supieron aprovechar unos pocos; y no parecía haber mucho interés de la administración autonómica por cortarles el grifo a estos (por algún motivo sería, digo yo, y como soy muy mal pensado, soy muy libre de imaginar que algún amigo suyo estuvo haciendo caja durante la obligación de llamar al camión).

En definitiva, que los ganaderos aún siguieron llamando a la empresa de recogida, pagando un dinero y forrando a otros durante un tiempo (hay quien sigue haciéndolo). Una vez regulado el abandono de los Subproductos de origen Animal No Destinado A Consumo Humano (SANDACH) y sus derivados, las comunidades adjudicaron qué términos municipales eran susceptibles de servir para arrojar cadáveres en el campo (los incluidos en las zonas de protección para la alimentación de las aves necrófagas de interés comunitario), y se reguló quiénes podían sumarse a esta iniciativa: exclusivamente los ganaderos en extensivo que tuvieran su cabaña ganadera en los citados términos municipales y con el ganado saneado (vacunado de todo lo necesario).

Así las cosas, poco a poco los ganaderos se fueron enterando y al menos en Castilla y León creo que se ha ido generalizando.

Algunas secuelas nos quedan todavía de aquellos años duros cuando estuvo prohibido el abandono de ganado muerto en el campo, como la generalización de la creencia de que los buitres atacaban al ganado vivo también (incluso a las vacas sanas adultas), algo que anteriormente nunca habíamos oído. Espero que esa creencia no se instaure en las mentes de las generaciones futuras de ganaderos.

Respecto de la imagen diré que es una foto obtenida en una de las diversas carroñadas que yo preparo con el ganado que se le muere a un familiar, en plena meseta castellana, rodeados de cereal y algunas encinas. En estos casos, aunque coloque la oveja a unos 40-50 m de distancia, siempre dejo algo de pitanza a corta distancia del hide para hacer algún que otro retrato. En esta ocasión mi amigo buitre me permitió más de un retrato. Si os fijáis en su ojo se intuye la encina contra la que me encuentro empotrado dentro de la silla-hide. Espero que os guste.

Saludos a todos.
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Dates
  • Taken: May 26, 2018
  • Uploaded: Apr 3, 2020
  • Updated: Nov 11, 2021