Intentaré añadir una imagen cada día de estos en las que otro bicho invisible nos tiene encerrados en casa, como bien propone Julíán Fernández.
De la temporada pasada, en la que tres amigos pudimos dedicarnos bastante a esta especie tan espectacular. Ya en marzo comenzamos los preparativos, instalando un segundo hide provisional de madera en un área bastante cercana a casa -a unos 10 km- con el permiso del propietario de las tierras de labor. En esta zona no pude tomar más que imágenes lejanas. La única vez que se me acercaron a buena distancia fue anocheciendo ¡¡las muy capu...!!, lo que me obligó a quedarme en el interior del minúsculo hide hasta bien entrada la noche; las veía llegar y yo cruzando los dedos: iros, por favor, no os quedéis, ahora no, nooo, nooooo. Pues sí, se quedaron seguro que para fastidiarme. Tuve que salir a cuatro patas para que no detectaran mi presencia junto al hide.
No fue hasta la segunda quincena de abril y comienzos de mayo que mis esfuerzos dieron sus primeros frutos decentes en el primero de los hides, mucho más lejano de casa. Este hide es un habitáculo fijo instalado ya hace unos cuantos años por nuestro amigo de la zona, así que los ejemplares que se mueven por allí están de sobra acostumbrados a pasar junto a él. De otra manera es muy difícil conseguir algo cercano de las avutardas (Otis tarda), animal desconfiado donde los haya. Esta mañana fue memorable, por fin me hicieron la rueda delante, tras seis mañanas de llegar al hide de noche, con los pies completamente mojados por el rocío, más otras tres tardes intentándolo en el primer hide hasta el anochecer.
Mereció la pena, tener a estas bestias delante a escasos metros es una experiencia que espero estar a tiempo de poder repetir esta temporada, aunque las cosas se nos pueden complicar con todos los acontecimientos que están sucediendo. Vuelvo a cruzar los dedos otra vez; parece que los cruzo para todo, para que vengan, para que no vengan, ...
... para volver. Saludos a todos.
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