Citadas textualmente a partir del siglo XIII, al poco de la conquista cristiana, pero de procedencia romana, Duernas y sus salinas pasaron desde 1491 a la Casa de Aguilar y después a los Duques de Medinaceli, bajo cuyo dominio, quizás hacia el siglo XVIII, debió construirse el notable caser- ío de las salinas. La explotación de sal propiamente dicha, con una extensión de 11,5 hectáreas, está situada en el término municipal de Córdoba, siendo, históricamente hablando, una de las salinas más representativas de Andalucía: la Dirección General de Rentas la señalaba como una de las seis más productivas del territorio andaluz en 1821. Durante los años 1960 la explotación tenía contratados a una veintena de obreros, a los que se unían los arrieros con sus borricos, el encargado y el guarda; entonces se generaban 1.800 toneladas de sal. Las salinas de Duernas son irrigadas con aguas provenientes de un pozo salinero que a su vez comunica con un manantial salobre ubicado en el valle del río Guadajoz. En tiempos pretéritos, tanto las canalizaciones como las calles y piletas de las salinas estaban empedradas, habiéndose renovado hoy en día con cemento. Los edificios actualmente conservados: almacenes de sal, antiguas viviendas, una pequeña capilla de corte barroco, presentan un estilo arquitectónico singular.
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Citadas textualmente a partir del siglo XIII, al poco de la conquista cristiana, pero de procedencia romana, Duernas y sus salinas pasaron desde 1491 a la Casa de Aguilar y después a los Duques de Medinaceli, bajo cuyo dominio, quizás hacia el siglo XVIII, debió construirse el notable caser- ío de las salinas. La explotación de sal propiamente dicha, con una extensión de 11,5 hectáreas, está situada en el término municipal de Córdoba, siendo, históricamente hablando, una de las salinas más representativas de Andalucía: la Dirección General de Rentas la señalaba como una de las seis más productivas del territorio andaluz en 1821. Durante los años 1960 la explotación tenía contratados a una veintena de obreros, a los que se unían los arrieros con sus borricos, el encargado y el guarda; entonces se generaban 1.800 toneladas de sal. Las salinas de Duernas son irrigadas con aguas provenientes de un pozo salinero que a su vez comunica con un manantial salobre ubicado en el valle del río Guadajoz. En tiempos pretéritos, tanto las canalizaciones como las calles y piletas de las salinas estaban empedradas, habiéndose renovado hoy en día con cemento. Los edificios actualmente conservados: almacenes de sal, antiguas viviendas, una pequeña capilla de corte barroco, presentan un estilo arquitectónico singular.
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Citadas textualmente a partir del siglo XIII, al poco de la conquista cristiana, pero de procedencia romana, Duernas y sus salinas pasaron desde 1491 a la Casa de Aguilar y después a los Duques de Medinaceli, bajo cuyo dominio, quizás hacia el siglo XVIII, debió construirse el notable caser- ío de las salinas. La explotación de sal propiamente dicha, con una extensión de 11,5 hectáreas, está situada en el término municipal de Córdoba, siendo, históricamente hablando, una de las salinas más representativas de Andalucía: la Dirección General de Rentas la señalaba como una de las seis más productivas del territorio andaluz en 1821. Durante los años 1960 la explotación tenía contratados a una veintena de obreros, a los que se unían los arrieros con sus borricos, el encargado y el guarda; entonces se generaban 1.800 toneladas de sal. Las salinas de Duernas son irrigadas con aguas provenientes de un pozo salinero que a su vez comunica con un manantial salobre ubicado en el valle del río Guadajoz. En tiempos pretéritos, tanto las canalizaciones como las calles y piletas de las salinas estaban empedradas, habiéndose renovado hoy en día con cemento. Los edificios actualmente conservados: almacenes de sal, antiguas viviendas, una pequeña capilla de corte barroco, presentan un estilo arquitectónico singular.
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Citadas textualmente a partir del siglo XIII, al poco de la conquista cristiana, pero de procedencia romana, Duernas y sus salinas pasaron desde 1491 a la Casa de Aguilar y después a los Duques de Medinaceli, bajo cuyo dominio, quizás hacia el siglo XVIII, debió construirse el notable caser- ío de las salinas. La explotación de sal propiamente dicha, con una extensión de 11,5 hectáreas, está situada en el término municipal de Córdoba, siendo, históricamente hablando, una de las salinas más representativas de Andalucía: la Dirección General de Rentas la señalaba como una de las seis más productivas del territorio andaluz en 1821. Durante los años 1960 la explotación tenía contratados a una veintena de obreros, a los que se unían los arrieros con sus borricos, el encargado y el guarda; entonces se generaban 1.800 toneladas de sal. Las salinas de Duernas son irrigadas con aguas provenientes de un pozo salinero que a su vez comunica con un manantial salobre ubicado en el valle del río Guadajoz. En tiempos pretéritos, tanto las canalizaciones como las calles y piletas de las salinas estaban empedradas, habiéndose renovado hoy en día con cemento. Los edificios actualmente conservados: almacenes de sal, antiguas viviendas, una pequeña capilla de corte barroco, presentan un estilo arquitectónico singular.
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Citadas textualmente a partir del siglo XIII, al poco de la conquista cristiana, pero de procedencia romana, Duernas y sus salinas pasaron desde 1491 a la Casa de Aguilar y después a los Duques de Medinaceli, bajo cuyo dominio, quizás hacia el siglo XVIII, debió construirse el notable caser- ío de las salinas. La explotación de sal propiamente dicha, con una extensión de 11,5 hectáreas, está situada en el término municipal de Córdoba, siendo, históricamente hablando, una de las salinas más representativas de Andalucía: la Dirección General de Rentas la señalaba como una de las seis más productivas del territorio andaluz en 1821. Durante los años 1960 la explotación tenía contratados a una veintena de obreros, a los que se unían los arrieros con sus borricos, el encargado y el guarda; entonces se generaban 1.800 toneladas de sal. Las salinas de Duernas son irrigadas con aguas provenientes de un pozo salinero que a su vez comunica con un manantial salobre ubicado en el valle del río Guadajoz. En tiempos pretéritos, tanto las canalizaciones como las calles y piletas de las salinas estaban empedradas, habiéndose renovado hoy en día con cemento. Los edificios actualmente conservados: almacenes de sal, antiguas viviendas, una pequeña capilla de corte barroco, presentan un estilo arquitectónico singular.
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