Fechado en el Siglo I, el templo romano se conserva en su estado original a nivel de los cimientos, siendo éstos de una gran envergadura, debido a las características topográficas del terreno donde se asienta.
Es un templo pseudoperíptero, hexástilo de orden corintio de 32 metros de largo por 16 de ancho.
El templo, de época Flavia, presidía una plaza porticada y, probablemente, estuvo consagrado al culto imperial. La cimentación se realizó en "opus quadratum", utilizándose "opus caementicium" para la escalera. La decoración exterior estaba realizada en mármol.
En 1951 se iniciaron las primeras excavaciones, dirigidas por Samuel de los Santos, director del Museo Arqueológico, y Félix Hernández, arquitecto. Antonio García y Bellido, a partir de 1958, se sumó a las investigaciones y a él se debe la interpretación de que los restos que estaban aflorando correspondían a los cimientos de un gran templo romano.
Desde el siglo XVI se conocía la zona como "Los Marmolejos", debido a los abundantes restos, destacando la presencia de mármoles, fustes de columnas y capiteles.
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Fechado en el Siglo I, el templo romano se conserva en su estado original a nivel de los cimientos, siendo éstos de una gran envergadura, debido a las características topográficas del terreno donde se asienta.
Es un templo pseudoperíptero, hexástilo de orden corintio de 32 metros de largo por 16 de ancho.
El templo, de época Flavia, presidía una plaza porticada y, probablemente, estuvo consagrado al culto imperial. La cimentación se realizó en "opus quadratum", utilizándose "opus caementicium" para la escalera. La decoración exterior estaba realizada en mármol.
En 1951 se iniciaron las primeras excavaciones, dirigidas por Samuel de los Santos, director del Museo Arqueológico, y Félix Hernández, arquitecto. Antonio García y Bellido, a partir de 1958, se sumó a las investigaciones y a él se debe la interpretación de que los restos que estaban aflorando correspondían a los cimientos de un gran templo romano.
Desde el siglo XVI se conocía la zona como "Los Marmolejos", debido a los abundantes restos, destacando la presencia de mármoles, fustes de columnas y capiteles.
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Es un templo pseudoperíptero, hexástilo de orden corintio de 32 metros de largo por 16 de ancho.
El templo, de época Flavia, presidía una plaza porticada y, probablemente, estuvo consagrado al culto imperial. La cimentación se realizó en "opus quadratum", utilizándose "opus caementicium" para la escalera. La decoración exterior estaba realizada en mármol.
En 1951 se iniciaron las primeras excavaciones, dirigidas por Samuel de los Santos, director del Museo Arqueológico, y Félix Hernández, arquitecto. Antonio García y Bellido, a partir de 1958, se sumó a las investigaciones y a él se debe la interpretación de que los restos que estaban aflorando correspondían a los cimientos de un gran templo romano.
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El templo, de época Flavia, presidía una plaza porticada y, probablemente, estuvo consagrado al culto imperial. La cimentación se realizó en "opus quadratum", utilizándose "opus caementicium" para la escalera. La decoración exterior estaba realizada en mármol.
En 1951 se iniciaron las primeras excavaciones, dirigidas por Samuel de los Santos, director del Museo Arqueológico, y Félix Hernández, arquitecto. Antonio García y Bellido, a partir de 1958, se sumó a las investigaciones y a él se debe la interpretación de que los restos que estaban aflorando correspondían a los cimientos de un gran templo romano.
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Es un templo pseudoperíptero, hexástilo de orden corintio de 32 metros de largo por 16 de ancho.
El templo, de época Flavia, presidía una plaza porticada y, probablemente, estuvo consagrado al culto imperial. La cimentación se realizó en "opus quadratum", utilizándose "opus caementicium" para la escalera. La decoración exterior estaba realizada en mármol.
En 1951 se iniciaron las primeras excavaciones, dirigidas por Samuel de los Santos, director del Museo Arqueológico, y Félix Hernández, arquitecto. Antonio García y Bellido, a partir de 1958, se sumó a las investigaciones y a él se debe la interpretación de que los restos que estaban aflorando correspondían a los cimientos de un gran templo romano.
Desde el siglo XVI se conocía la zona como "Los Marmolejos", debido a los abundantes restos, destacando la presencia de mármoles, fustes de columnas y capiteles.
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