Considerada como la Catedral de la Subbética destaca por sus cánones artísticos gótico – mudéjar y renacentista. Destaca en su interior su retablo mayor, obra del manierismo español y la capilla del Sagrario, importante ejemplo del típico barroco cordobés.
Empezó a construirse en 1498 a expensas de Don Diego Fernández de Córdoba.
Templo con tres naves terminadas en la cabecera en sendas capillas cuadradas que se cubren con bóvedas de nervaduras. Tras la capilla mayor existe un pequeño ábside de planta rectangular, en el que se aloja el retablo mayor, cubierto también con bóveda de nervaduras, cuyos complementos en piedra fueron pintados por Antonio Mohedano con motivos de ángeles.
La Capilla del Sagrario, que se comunica con la Iglesia a la altura del segundo tramo de la nave de la Epístola a través de una portada de mármoles polícromos con minuciosas labores de embutido, es una obra señera del Barroco andaluz, diseñada por Leonardo Antonio de Castro y ejecutada entre 1740 y 1772.
El templo posee tres portadas.
La de la Virgen, orientada al Norte.
La portada de San Miguel o del Sol, orientada al Sur.
A los pies del templo, en la fachada principal, se abre la portada de San Mateo entre dos gruesos contrafuertes destinados a contener los empujes de las bandas de los arcos formeros. Esta portada, cuya traza se atribuye a Hernán Ruiz II.
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Considerada como la Catedral de la Subbética destaca por sus cánones artísticos gótico – mudéjar y renacentista. Destaca en su interior su retablo mayor, obra del manierismo español y la capilla del Sagrario, importante ejemplo del típico barroco cordobés.
Empezó a construirse en 1498 a expensas de Don Diego Fernández de Córdoba.
Templo con tres naves terminadas en la cabecera en sendas capillas cuadradas que se cubren con bóvedas de nervaduras. Tras la capilla mayor existe un pequeño ábside de planta rectangular, en el que se aloja el retablo mayor, cubierto también con bóveda de nervaduras, cuyos complementos en piedra fueron pintados por Antonio Mohedano con motivos de ángeles.
La Capilla del Sagrario, que se comunica con la Iglesia a la altura del segundo tramo de la nave de la Epístola a través de una portada de mármoles polícromos con minuciosas labores de embutido, es una obra señera del Barroco andaluz, diseñada por Leonardo Antonio de Castro y ejecutada entre 1740 y 1772.
El templo posee tres portadas.
La de la Virgen, orientada al Norte.
La portada de San Miguel o del Sol, orientada al Sur.
A los pies del templo, en la fachada principal, se abre la portada de San Mateo entre dos gruesos contrafuertes destinados a contener los empujes de las bandas de los arcos formeros. Esta portada, cuya traza se atribuye a Hernán Ruiz II.
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Considerada como la Catedral de la Subbética destaca por sus cánones artísticos gótico – mudéjar y renacentista. Destaca en su interior su retablo mayor, obra del manierismo español y la capilla del Sagrario, importante ejemplo del típico barroco cordobés.
Empezó a construirse en 1498 a expensas de Don Diego Fernández de Córdoba.
Templo con tres naves terminadas en la cabecera en sendas capillas cuadradas que se cubren con bóvedas de nervaduras. Tras la capilla mayor existe un pequeño ábside de planta rectangular, en el que se aloja el retablo mayor, cubierto también con bóveda de nervaduras, cuyos complementos en piedra fueron pintados por Antonio Mohedano con motivos de ángeles.
La Capilla del Sagrario, que se comunica con la Iglesia a la altura del segundo tramo de la nave de la Epístola a través de una portada de mármoles polícromos con minuciosas labores de embutido, es una obra señera del Barroco andaluz, diseñada por Leonardo Antonio de Castro y ejecutada entre 1740 y 1772.
El templo posee tres portadas.
La de la Virgen, orientada al Norte.
La portada de San Miguel o del Sol, orientada al Sur.
A los pies del templo, en la fachada principal, se abre la portada de San Mateo entre dos gruesos contrafuertes destinados a contener los empujes de las bandas de los arcos formeros. Esta portada, cuya traza se atribuye a Hernán Ruiz II.
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Considerada como la Catedral de la Subbética destaca por sus cánones artísticos gótico – mudéjar y renacentista. Destaca en su interior su retablo mayor, obra del manierismo español y la capilla del Sagrario, importante ejemplo del típico barroco cordobés.
Empezó a construirse en 1498 a expensas de Don Diego Fernández de Córdoba.
Templo con tres naves terminadas en la cabecera en sendas capillas cuadradas que se cubren con bóvedas de nervaduras. Tras la capilla mayor existe un pequeño ábside de planta rectangular, en el que se aloja el retablo mayor, cubierto también con bóveda de nervaduras, cuyos complementos en piedra fueron pintados por Antonio Mohedano con motivos de ángeles.
La Capilla del Sagrario, que se comunica con la Iglesia a la altura del segundo tramo de la nave de la Epístola a través de una portada de mármoles polícromos con minuciosas labores de embutido, es una obra señera del Barroco andaluz, diseñada por Leonardo Antonio de Castro y ejecutada entre 1740 y 1772.
El templo posee tres portadas.
La de la Virgen, orientada al Norte.
La portada de San Miguel o del Sol, orientada al Sur.
A los pies del templo, en la fachada principal, se abre la portada de San Mateo entre dos gruesos contrafuertes destinados a contener los empujes de las bandas de los arcos formeros. Esta portada, cuya traza se atribuye a Hernán Ruiz II.
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Considerada como la Catedral de la Subbética destaca por sus cánones artísticos gótico – mudéjar y renacentista. Destaca en su interior su retablo mayor, obra del manierismo español y la capilla del Sagrario, importante ejemplo del típico barroco cordobés.
Empezó a construirse en 1498 a expensas de Don Diego Fernández de Córdoba.
Templo con tres naves terminadas en la cabecera en sendas capillas cuadradas que se cubren con bóvedas de nervaduras. Tras la capilla mayor existe un pequeño ábside de planta rectangular, en el que se aloja el retablo mayor, cubierto también con bóveda de nervaduras, cuyos complementos en piedra fueron pintados por Antonio Mohedano con motivos de ángeles.
La Capilla del Sagrario, que se comunica con la Iglesia a la altura del segundo tramo de la nave de la Epístola a través de una portada de mármoles polícromos con minuciosas labores de embutido, es una obra señera del Barroco andaluz, diseñada por Leonardo Antonio de Castro y ejecutada entre 1740 y 1772.
El templo posee tres portadas.
La de la Virgen, orientada al Norte.
La portada de San Miguel o del Sol, orientada al Sur.
A los pies del templo, en la fachada principal, se abre la portada de San Mateo entre dos gruesos contrafuertes destinados a contener los empujes de las bandas de los arcos formeros. Esta portada, cuya traza se atribuye a Hernán Ruiz II.
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