Guardamos nuestras notas y apuntes y abandonamos con pena aquel lugar de ensueño y evocación, para dirigirnos, en despedida, al palacio de Fefiñanes, en donde nos esperaba la probada hidalguía de su morador y dueño el Marqués de Figueroa. Paladeando aún el amante albariño de la Casa ascendimos a la torre-atalaya palaciega, para admirar en toda su amplitud la belleza insuperable de la Ría de Arosa y sentir la emoción de aquella hora vespertina: el mar acababa de comulgar panteísticamente el rojo disco del sol, y en la lejanía las sombras se apoderaban paulatinamente de las personas y de las cosas. Miramos una vez más hacia el venerando lugar que guarda aquellos sagrados despojos: la silueta de la torre había desaparecido.
José Caamaño Bournacell, Sonata Gallega, nº 10, 1948.
MÚSICA: C. Franck - Violin Sonata in A Major (Renaud Capuçon & Khatia Buniatishvili)
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